jueves, 12 de marzo de 2015

HORMIGAS CULONAS...

Las hormigas culonas, se consumen en la Región Andina Colombiana, especialmente en el Departamento de Santander. En las fechas de Abril a Junio de todos los años, este animalito curioso, sale de sus hormigueros en las montañas santandereanas y es recolectado de una manera tradicional por los campesinos de la región. La técnica que se usa, se basa en estrategias básicas; no se necesita ser un “general de tres soles” para poder esgrimir un ataque contra este tierno animalito.
En abril llegan las épocas de lluvias y aguaceros torrenciales en la región, a esto se suma que es la época que las hormigas utilizan para su apareamiento y migración del hormiguero; es cuando: “Los hormigueros se alborotan” y dejan salir de sus entrañas todo tipo de hormigas, debido a que los hormigueros se inundan y salen a secarse, a limpiarlo, a aparearse y a llevar provisiones.
Parte de la estrategia es el conocimiento que por generaciones se transmite entre los campesinos que permiten que estos hormigueros prosperen en sus terrenos, pues hay que controlarlos ya que no permiten la tenencia de cultivos cerca a sus alrededores.


Pero vamos con el cuento completo: La lluvias y el sol hacen la combinación perfecta al momento de esperar una cosecha de hormigas. Lluvias torrenciales, especialmente la noche anterior o dos noches por máximo, hacen que el hormiguero se excite y empieza la revolución dentro del mismo. Las hormigas obreras salen en busca de calor y de hojas verdes de los árboles, para llevar al hormiguero, de igual forma llevan palitos, paja, chamizos y todo lo que ellos en su amplia gama de productos comestibles y utilizables  consideren necesarios.
Con estas hormigas, salen los capataces o soldaditos, conocidos popularmente como cabezones, los cuales tienen una cabeza rojo intenso, mas grande que la cabeza de las obreras, pero con cuerpo de fisicoculturista peso pluma, es decir la cabeza le queda grande a ese cuerpecito… pero no se deje morder por ellas, pues cortan la piel con la fuerza de sus tenazas.
Cuando todo está dispuesto, y el sol aparece con un calor agradable, como para “secar hormigas”, salen las reconocidas, las populares Hormigas Culonas. Pues bien, no se imagina la forma tan impresionante como estos seres salen de la tierra, por las “jetas” (AGUJEROS) de los hormigueros. Salen descomunalmente por cientos y miles (si estamos en un buen hormiguero).
Estas hormigas tienen alas y son impresionantemente grandes, alcanzando hasta los 2.5 cms de largo y un espesor de hasta un centímetro cúbico en la parte más gruesa. Ésta hormiga es hembra y tiene la capacidad genética para crear su propio hormiguero, lo cual es fantástico: Cada hormiguita de estas puede hacer una colonia, de la cual saldrán muchas como ella para hacerlo nuevamente, cumpliendo este ciclo muchas veces y multiplicado por cientos.
Las hormigas salen a volar y no salen solas en esta travesía, tras de ellas y con mucho entusiasmo, salen los machos reproductores que son “feos”, comparados con la esbelta hormiga culona. Resulta que estos machos, son más pequeños y alados, como de un color café oscuro, casi negro, con vellosidades como del color del tabaco rubio. Particularmente los admiro, pues son célibes en toda su vida y en sus últimas horas de vida, vuelan a los cielos a explotar su esperma masculino sobre las hormigas hembras voladoras. ¡Admiro esta criatura, pero no comparto su forma de vivir!
Bueno… volviendo al tema, cuando las hormigas salen a este procedimiento asexuado y simple, de expulsar una sustancia de sus colitas y las hormigas hembras más abajo reciben la “ducha nupcial” de sus acompañantes… en una orgía aburrida, porque no hay contacto físico. Y para finalizar el macho exhausto por su fatigoso encuentro amoroso, termina por acabar con su vida agonizando bajo los prados verdes de los campos y en ocasiones en los cobertizos de las casas y los andenes en los pueblitos.
Por otro lado la recolección de la hormiga es una batalla épica, digna de ser llevada a las páginas de un libro de leyendas liliputienses. Es realmente una masacre constante de las alpargatas (zapato tradicional campesino), sobre estas hormiguitas, pues el campesino debe ocuparse de recolectar a manos abiertas todas las hormigas que pueda guardar en su costal y preocuparse de los ataques de las obreras y soldados que de una forma asociada y como si hubiera un toque de cornetas atacan al intruso. Eso si les aseguro que el intrépido que se atreva a ésta curiosa cacería, debe estar dispuesto a picotazos en los tobillos, en las “zancas”, en las corvas de las piernas y si se descuida hasta las partes más altas y delicadas.
Y la última opción de defensa es la intención de la hormiga culona de salirse del costal o de morder con su fuerte tenaza o pico a su gigante oponente.



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